lunes, 30 de agosto de 2010

El paso de una Estrella


Como si fuera el triste final de una película en la que el protagonista desaparece repentinamente, sin motivos y sin ningún sentido. Así terminó la vida del genial cineasta Armando Robles Godoy. Fue atropellado semanas atrás y se encontraba internado en el hospital Rebagliati desde hace unos días. Robles Godoy deja un legado incomparable en nuestro cine peruano. Su trabajo propiamente cinematográfico lo integran seis largometrajes, y más de una veintena de cortos. Fue a mediados de los años ’60 con Ganarás el pan, que la obra más conocida del controvertido director se inicia, para paulatinamente abrir una franja poco explorada hasta ese momento en la cinematografía peruana.

Con sus películas se abre el primer intento claro de un cine que bien puede ser considerado como de vanguardia, con respecto a los grandes movimientos nacionales que se sucedían en diversas partes del mundo en ese entonces. Muchos años después, se puede ver con algo más claridad lo que rodeó a esas obras, de carácter enigmático y barroco. A veces afortunadas, otras no.

Damos un sucinto repaso por ellas, con excepción de su ópera prima, difícil de encontrar actualmente:

En la selva no hay estrellas (1967): Robles Godoy opta por convertir uno de sus cuentos en el material de su segundo largometraje y el resultado, visto sobre todo en la versión restaurada que circula desde hace unos años, revela a un director interesante. A pesar de las obvias limitaciones técnicas de ese momento, En la selva no hay estrellas es la película más cercana a la estructura clásica que llegó a realizar el cineasta. Pero dentro de esa historia sobre el recorrido tanto mental como físico que realiza un hombre (interpretado por el argentino Ignacio Quiroz) y su botín deseado por un rincón perdido de la selva peruana, ya se deja ver el interés de Robles por dar cuenta de su particular percepción de la realidad de su país.

La muralla verde (1970): Como mucha discusión, a lo largo de décadas, esta es una de las películas más interesantes que se han hecho en Perú. Al igual que la anterior, el paisaje amazónico se constituye en el escenario central, aunque no el único. A partir de sus remembranzas de la época en que se mudó con su familia en calidad de colono, Robles Godoy se crea una película sembrada de sugerencias visuales y sonoras, trabaja los tiempos muertos tan caros al cine moderno, y se luce en algunas resoluciones fílmicas sorprendentes, especialmente las de la parte culminante. Pero en el pasivo, se deja ver esa tendencia por buscar el efecto poetizante, que iría deviniendo en artificio y redundancias en la medida que su cine se fue volviendo más hermético.

Espejismo (1972): es la película más lograda del director en términos técnicos. Hecha, como el mismo lo dijo alguna vez, a todo lujo. Acá se introduce de forma más radical en una estructura rupturista, poco complaciente para quien espera que le cuenten una historia, que la hay pero de forma muy incierta. Estamos en un pueblo iqueño del que solo quedan algunos vestigios de lo que fue una gran plantación de uvas propiedad de una familia de terratenientes, cuya realidad e historia es descubierta poco a poco por un pequeño abandonado entre esas ruinas (aunque el tema de la reforma agraria nunca es tocado como tal).

Sonata soledad (1987): Iniciada como idea de un ejercicio para el taller que desarrollaba en ese tiempo, este reencuentro de Robles con el largo después de varios años, solo se llegó a estrenar en la sala de la Filmoteca de Lima, quince años después de Espejismo. Y todo ese tiempo realmente no pasó por gusto, ya que acá Robles radicaliza mucho más sus procedimientos e intereses expresivos, aunque casi siempre rozando la extravagancia y la nulidad.

Imposible amor (2003): El último “opus” del veterano cineasta, fue terminado en el 2000, pero su estreno se postergó tres años, para solo ser de forma restringida en el Festival de Lima. Y valgan verdades, para ser una película que se pretende testamentaria (donde Robles Godoy suma todos sus puntos de vista y obsesiones de toda la vida), es realmente infame. más aún considerando el creciente culto que se ha venido desarrollando alrededor de su figura en este nuevo siglo, y más aún con la revolución tecnológica, a la que en cierta medida se le agradeció la posibilidad de este capítulo final.

Debido a su gran capacidad como cineasta se le hizo un homenaje a su carrera en el Centro Cultural de España, donde la noticia sorprendió a todos con el anuncio de su retiro definitivo del cine.

Pero como casi todo en la obra de Robles Godoy, si algo pervive es el carácter controvertido, imprevisible, ese que de alguna forma generó una escuela, una que todavía está por descubrirse en todas sus facetas.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Vacaciones de lujo



A pesar del corto tiempo que tuve de vacaciones, déjenme decirles que fue una de las mejores de los últimos tiempos. Tuve tiempo para hacer muchas cosas, para poder reencontrarme conmigo mismo, para poder disfrutar de la vida con mi familia, para poder retomar viejos hábitos; como les digo, me alcanzo el tiempo para poder hacer muchas cosas.

Terminando el ciclo, me di cuenta de que mi cuerpo me pedía con ansias estas vacaciones, no solo por el cansancio físico, que tenía debido al poco tiempo que tuve para dormir, sino tambien por el estrés que tuve durante los 4 meses de estudio. Recogí mis notas de la universidad e, inmediatamente, me fui de viaje a Trujillo, para ser más precisos, me fui a Huanchaco.

Estuve una semana en esa hermosa playa. Los días fueron espectaculares, me despertaba y me iba a la playa, pasaba todo el día ahí, me metía a nadar, me ponía a leer periódicos, revistas y libros que llevé. Recuerdo que empecé a leer el libro de Gabriel García Marquez, “Cien años de soledad”. Lo leía cada vez que iba a la playa. No saben la sensación que se siente cuando estás ahí, leyendo, se siente un placer y un relajo verdaderamente inolvidable e indescriptible. Por la tarde, regresaba a mi hospedaje y me duchaba escuchando radio. A mí me gusta escuchar Studio 92 mientras me ducho, sin embargo, la emisora no tenía buena señal. Mientras estuve allí escuchaba Radiomar o Panamericana. Al terminar, mientras me cambiaba, veía algo en la televisión. No suelo tener programas favoritos últimamente. Es por ello que solo la prendía y ponía cualquier canal, de preferencia algo de noticias para saber que es lo que iba sucediendo, que es algo importante. Algunas noches salía a pasear y a conocer gente. Los pobladores de ese lugar son muy sociables y muy amigables. Me contaron muchas historias y nos hicimos amigos en el poco tiempo que compartí con ellos. Así pasé mis días por allá. Disfrutando del hermoso paisaje y haciendo, lo que la gente de allá dice, lo que salga en el momento.

Al regresar a Lima, retorné a mi casa. Yo vivo en San Martín de Porres, cerca al nuevo centro comercial, Plaza Lima Norte. Por ese lugar están haciendo un “by pass”, y como ustedes comprenderán, cuando hay ese tipo de obras, el tráfico se vuelve insoportable. La verdad que me gustaría mudarme a otro lugar mas tranquilo, mas calmado. Donde no haya muchos pandilleros y donde el “atraco” no sea el pan de cada día. Al día siguiente de haber regresado, me encontré con mis amigos. Fuimos a comer algo y a conversar. Me preguntaron como me fue en mi viaje y les conté todo. Luego fuimos al cine. Vimos la película “Eclipse” de David Slade. Me pareció interesante y muy entretenida.

Los días siguientes la pasé con mi familia. Salimos a varios lugares. Hace tiempo que no disfrutaba tanto el tiempo con mi familia. Hablábamos y nos comunicamos de una manera única. Así pasaron los días y era el tiempo de regresar a la rutina diaria. Retornar al ICPNA, donde estudio inglés y regresar también, a la facultad, la de Ciencias de la Comunicación. Muchos me preguntan porque estudio esa carrera. “Creo que en mi facultad tengo la oportunidad de expresarme sin fronteras. Puedo hacerlo de múltiples maneras y combinar muchas de ellas para poder ir a la par de la actual globalizacón”- es lo que les digo siempre. Además ya estoy en los últimos ciclos y sería ridículo, creo yo, cambiarme a estas alturas. Espero que al terminar la carrera pueda hacer periodismo deportivo, que es lo que más me gusta. El deporte es algo necesario para mí y he practicado varios de ellos, así que creo tener una buena experiencia para poder realizar una buena labor. Creo que con los conocimientos que tengo sobre deporte, combinado con las herramientas que me ha dado la universidad, podría hacer un gran trabajo en el mundo del periodismo deportivo.