De tal palo tal astilla. Mario Vargas Llosa siguió los pasos de su gran ídolo, Gustave Flaubert, convirtiéndose en uno de los más grandes escritores del mundo, llegando incluso, a ganar un Premio Nobel. Y como su gran admirador, estaba dispuesto a dejar que su prosa escribiera un ensayo de ensueño, dedicado única y exclusivamente a relatar la intensa biografía de Flaubert y escrutando los entresijos de su más emblemática novela, que es considerada por muchos entendidos en el tema, como la fundadora de la novela moderna.
“La orgía perpetua” articula una reflexión central sobre el porqué de la escritura de ficciones y el origen de la vocación literaria en las “decepciones radicales de la vida, experiencias que, al enemistarlo con la realidad, le despertaron esa vocación de crear realidades imaginarias”.
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