jueves, 18 de noviembre de 2010

Encierro final



Lori Berenson se encontraba tranquila, relajada y sin ninguna preocupación en sus espaldas. Estaba en la embajada de Estados Unidos realizando unos trámites sobre asuntos consulares. Estaba gozando, junto a su hijo, el pequeño Salvador, de la libertad que había obtenido a fines de mayo pasado, cuando de pronto sonó su celular. Lo buscó en su bolso y, finalmente, lo encontró. Dejó el bolso en el suelo y, al ver su celular, vio el nombre de su esposo y abogado, Aníbal Apari, “Algo ha ocurrido” dijo en voz baja. Con algo de temor, contestó el celular. Mientras hablaba la expresión de su rostro iba cambiando tan rápido como la aceleración de un ferrari, veloz y violento. Luego de unos segundos, colgó. “Voy a regresar a prisión”.
Así es, Lori Berenson recibió esa llamada que uno nunca espera escuchar, esa llamada que te priva de la libertad que todo ser humano necesita, aunque en el caso de ella, nunca se sabe. Iba a regresar a prisión, exactamente a la cárcel de mujeres de Chorrillos, (ex santa monica). Fue por voluntad propia que se entregó a la policía nacional. Según el agregado de prensa de la Embajada de los Estados Unidos, James Fennell, “la señora Berenson se encontraba en una reunión sobre asuntos consulares previamente programada en la Embajada en Lima cuando ella tuvo conocimiento de la decisión de la Corte. Fue la decisión de Lori Berenson cumplir con la orden judicial y entregarse voluntariamente de inmediato. Con el consentimiento de la señora Berenson fue recogida por la Policía Peruana”, indicó.
Mientras era trasladada por los efectivos policiales, Lori mantenía esa calma que le permitió planear, junto a sus “compañeros”, los más sangrientos crímenes. Tenía que hacerlo ya que el pequeño Salvador aún no era consciente de lo que sucedía. Lo abrazó y mientras lo hacía recordaba, probablemente para darse ánimos, las palabras de Aníbal que le decía que todo saldría bien. Llegó a la sede de la Policía Judicial, ubicada en la cuadra 14 del jirón Chota, y estuvo ahí durante unas horas. Luego, fue llevada a la Sala Penal Nacional donde tuvo que esperar una vez más. La paciencia se le estaba terminando, pero aún aparentaba tranquilidad. Allí se le informó que la decisión de darle la libertad condicional fue revocada al mediodía ya que, según explicó Luis Marill del Aguila, viceministro de justicia, “los argumentos de la estadounidense no tienen sustento jurídico para mantener el beneficio penitenciario”.
Ella lo entendió. Miró a su hijo, una vez más como buscando una explicación en sus ojos. No la encontró. Las horas pasaban y ella permanecía recluida. Al promediar las cuatro de la tarde, Lori Berenson fue llevada a la carceleta del Poder Judicial. El penúltimo punto donde debía aguardar antes de ser levada a su destino final, la cárcel de mujeres de Chorrillos.

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