lunes, 22 de noviembre de 2010

Un olor a Anticucho


Mientras salía de la canchita después de una pichanga de ensueño, un olor muy apetitoso llamó mi atención. De inmediato volteé y noté una carretilla donde vendían anticuchos.  Le pregunté a mi amigo José que tal eran los anticuchos allí. “Son muy buenos, mejor que los de tu barrio” me dijo. Eso había que comprobarlo. Y es que nunca había estado antes por los suelos de Mi Perú, en Ventanilla, y no tenía ni la más mínima idea de que tan ricos eran esos jugosos y regordetes pedazos de corazón. Inmediatamente fuimos en dirección a la carretilla y nos sentamos.  “Tía Tomasita dame un par de porciones, bien tay pa que éste está de visita” dijo José. La tía sonrió y rápidamente empezó a preparar dos porciones.
Mientras esperábamos, se me hacía agua la boca. Y es que el olor que desprendían esos anticuchos eran tan ricos como disfrutar de un buen vaso de cerveza a la una de la tarde con harto sol. La espera no duró tanto. La tía ya había terminado de prepararlos y, por ser visitante, me dio un palo más.
-          Y para mi Tomasita, yo soy tu mejor casero - reclamo mi amigo.
-          Ya pue sobrino, déjalo que pruebe pa que regrese otro día.
Yo solté una carcajada porque me pareció gracioso como José había sido relegado de su lugar real. Le pagué los 2 soles que valía el plato y comimos cuan perros hambrientos. Al terminar recordé por un momento la frase de José “son muy buenos, mejor que los de tu barrio”. Y efectivamente así fue, la Tía Tomasa parecía tener un ingrediente secreto, que enamoró rápidamente mi paladar y me hace ir, aunque sea cada dos semanas, a comerme una porción de esos deliciosos anticuchos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario